miércoles, 2 de noviembre de 2016

La sepultura de Cristo al descubierto

Por primera vez en siglos un grupo de científicos ha destapado la superficie original de lo que tradicionalmente ha sido considerada la tumba de Jesucristo. Situada en la Iglesia del Santo Sepulcro en la ciudad vieja de Jerusalén, la tumba ha estado cubierta de un revestimiento de mármol al menos desde el año 1555 a.C., o probablemente siglos antes.
“Se ha retirado el recubrimiento de mármol de la tumba, y nos sorprendió la cantidad de material de relleno que había debajo,” ha declarado Frederik Hiebert, arqueólogo de National Geographic Society y colaborador en este proyecto de restauración. “Será un largo análisis científico, pero seremos por fin capaces de ver la superficie de la roca en la que, según la tradición, estuvo el cuerpo de Cristo".
De acuerdo con la tradición Cristiana, el cuerpo de Jesucristo estuvo extendido en una plataforma o “cama sepulcral” tallada sobre la pared de una cueva de piedra caliza después de ser crucificado por los Romanos en el año 30 a.C. o posiblemente en el 33. La creencia cristiana dice que resucitó después de morir, y que las mujeres que fueron a ungir su cuerpo tres días después del enterramiento contaron que no encontraron ningún rastro.
Esta cama sepulcral está rodeada de una pequeña estructura conocida como Edículo (del latín aedicule o “casa pequeña”), que fue reconstruida por última vez entre 1808 y 1810 después de destruirse en un fuego. Un equipo de Universidad Politécnica Nacional de Atenas está encargado del proceso de restauración del Edículo y la tumba bajo la dirección de la Jefa de Supervisión Científica, la profesora Antonia Moropoulou.
Con la apertura de la sepultura, los investigadores están teniendo una oportunidad única para estudiar la superficie original de lo que se considera el lugar más sagrado de la cristiandad. El análisis de la piedra original podría permitirles entender mejor no sólo la forma de la cámara funeraria inicial, sino también cómo se convirtió en el centro del culto desde que Helena, hija del emperador Constantino, la descubrió en el año 326 a.C.
“Estamos en un momento clave para la rehabilitación del Edículo,” declara Moropoulou. “Las técnicas que usamos para documentar este monumento único le permitirán al mundo poder estudiar nuestros hallazgos como si ellos mismos estuvieran en la tumba".

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