Mucho se habla acerca de los efectos que traen las
gaseosas y otras bebidas artificiales (como los jugos) en nuestro cuerpo. Sin
embargo, estas bebidas se siguen vendiendo en mayores cantidades alrededor del
mundo.
En el menú cotidiano de muchos hogares con niños, a la hora de
hidratarnos se opta por reemplazar el agua por estos brebajes colmados de azúcar
y demás aditivos. ¿Es que realmente se toma conciencia de lo mal que
alimentamos a la familia, aún cuando la comida que estemos sirviendo sea
saludable?
Quizá sean muy atractivas y deliciosas, pero estos son los males que pueden
provocar en el organismo.
*Sobrepeso: debido a la gran cantidad de azúcar refinada que traen
entre sus componentes, estas bebidas suman unas cuantas calorías vacías. Es
decir, engordan sin proveernos de los nutrientes necesarios para
vivir. Si a este gran aporte de energía le sumamos la vida sedentaria y
la falta de ejercicio, el resultado más probable es la ganancia de peso.
*Osteoporosis: es muy común que los chicos que consumen gaseosas y
jugos, terminen reemplazando otros alimentos con calcio (como la leche), que son
necesarios para su desarrollo. Los profesionales aseguran que entre la niñez y
la adolescencia es fundamental el consumo de este componente para prevención de
la osteoporosis durante la vida adulta, se dice que uno
de los ingredientes que integran la fórmula de este tipo de bebidas artificiales
es el ácido fosfórico, que tiene la desventaja de desplazar el calcio
(que se libera a través de la orina), reduciendo la densidad de los huesos.
*Diabetes: como dijimos en párrafos anteriores, las grandes
cantidades de azúcar refinada que se usan para hacer las bebidas cola favorecen
la obesidad, lo que aumenta a su vez el riesgo de padecer diabetes tipo 2.
Antes se pensaba que sólo se desarrollaba en adultos pero hoy se sabe
que cada vez hay más niños que la contraen.
*Caries: también el azúcar y otros ácidos (que
provienen de la fermentación de los carbohidratos que las componen)
erosionan el esmalte de los dientes y favorecen la aparición de
caries. Hasta que un individuo llega a la adultez, el esmalte es aún
poroso y muy vulnerable a ciertos elementos provenientes de los restos
alimenticios, lo que contribuye a la desmineralización del diente.
*Dependencia: otro de los ingredientes que traen es la
cafeína que, según las compañías, se utiliza para mejorar el
sabor. Sin embargo, esta sustancia –junto con el azúcar- tiene un efecto
adictivo en nuestro sistema nervioso, por eso producen más ganas de
seguir consumiéndolas. Lejos de saciar la sed, generan una dependencia y, a su
vez, puede traer otros efectos en el organismo como irritabilidad, insomnio,
saciedad de apetito (respecto de otros alimentos saludables), dolores de cabeza
o taquicardia.
* Trastornos renales: el exceso de ácido fosfórico pone en
riesgo el desarrollo de cálculos en el riñón.
* Enfermedades cardiovasculares: los especialistas relacionan estas
bebidas con una mayor producción de grasa corporal, un aumento de
presión, el incremento del colesterol malo y la disminución del colesterol bueno
que protege el corazón.
*Alergias: los colorantes que se utilizan para
darle su tono característico pueden tener efectos irritantes en
las personas propensas a este tipo de problemas.
Como reza la frase: “Para muestra basta un botón”, pero en este caso son
varias las pruebas de que darles estas bebidas a nuestros hijos no sería la
mejor opción para verlos crecer saludables. Los padres somos los responsables de
crear hábitos. No es necesario prohibir definitivamente los jugos y las
gaseosas, ya que están muy arraigados en nuestra sociedad. Pero si
podemos cambiar algunas costumbres. Por ejemplo, cuando nos
sentamos a la mesa todos los días, llenar los vasos con uno de los mejores
elementos que fabrica nuestra madre naturaleza:el agua.