miércoles, 8 de abril de 2015

Por qué perdemos la memoria

Si estamos estresados, o ansiosos, bien por alguna causa laboral, bien por motivo familiar, seguramente no nos fijaremos en los detalles el tiempo suficiente como para memorizarlos. Y si alguien, a posteriori, nos pregunta al respecto, es probable que no acertemos.
Si por el contrario, nuestro ánimo está decaído, seguramente ni siquiera nos fijaremos en otra cosa que en nuestra pena y nuestro padecer.
En ambas situaciones imposibilitamos el primer paso en todo proceso de memorización: el de fijar el recuerdo, y guardarlo en nuestra mente, para más adelante sacarlo de allí.
La polimedicación es el enemigo número uno de la gente mayor, ya que se pueden llegar a mezclar medicamentos de cualquier tipo; no sólo los que sabemos que afectan a nuestra psique (sedantes, antidepresivos, moderadores del humor, antiepilépticos, muchas veces utilizados como controladores de impulsos), sino también los antihipertensivos, algunos antihistamínicos...Con ella vamos a saber si la pérdida de memoria que aquejamos se debe a algún tipo de carencia vitamínica (principalmente, ácido fólico y vitamina B12; la dieta vegetariana estricta, sin alimentos de procedencia animal, puede ser carencial en determinadas vitaminas, y conviene saberlo).  Otra posibilidad es que se deba a algún trastorno de la glándula tiroides (el hipotiroidismo, en especial si es de larga evolución, suele acompañarse de cierto grado de deterioro cognitivo).
Dos pruebas que también hemos de realizar, dado que son causas conocidas de demencia, son las serologías (estudio de la presencia de anticuerpos, por haber estado expuestos a ellos) del virus de la inmunodeficiencia humana, y del germen de la sífilis (la sífilis terciaria puede dar lugar a una afectación del sistema nervioso central, acompañado de cierto grado de demencia).Después, vamos a asegurarnos que nuestra dificultad con la función de la memoria no se debe al proceso normal de atrofia cerebral que va aconteciendo con el paso de los años. Además, esta prueba nos va a permitir asegurarnos que el paciente no tiene alguna lesión en su cerebro que está disminuyendo su capacidad para retener nuevos datos.
Lo primero que se afecta: la memoria reciente. Es el primer rasgo que muestran las personas con algún tipo de demencia. Se les pide que memoricen algo, porque en unos 5 minutos aproximadamente se les volverá a preguntar al respecto. Pasados esos 5 minutos, son incapaces de repetir la ya conocida secuencia “peseta, caballo, manzana”. Con la evolución propia de la enfermedad, el segundo tipo de memoria que se pierde es la inmediata. Es decir, que a una persona que ha llegado a este punto, si se le dice: “Repita conmigo: peseta, caballo, manzana”, la persona no será capaz de repetir dicha secuencia. Estamos hablando ya de un grado de deterioro cognitivo importante.
Y lo último que se pierde es la memoria remota. El motivo es que, en el proceso de atrofia, como es un tipo de memoria que se guarda más profundamente, que no está en la corteza cerebral más superficial, para que llegue a “tocarse”, el proceso atrófico ha de evolucionar mucho. De ahí que muchas personas mayores no sean capaces de recordar cosas que han pasado esta mañana, o ayer, y sin embargo, se acuerdan perfectamente de su infancia, de sus compañeros de colegio, de las travesuras de su niñez…
Cualquier proceso realizado por el cerebro origina conexiones neuronales, contactos entre neuronas de diferentes áreas, de cara a llevar el proceso a buen puerto. Así, si estamos acostumbrados a calcular, por ejemplo, habremos establecido conexiones suficientes como para que, a igual grado de atrofia cerebral, podamos responder mejor, más rápida y adecuadamente que otras personas que no han establecido dichas conexiones.