Amas a tu hijo, pero a veces realmente sientes que no lo soportas. Todos
los niños son difíciles de vez en cuando. Pero ¿qué pasa cuando la
hostilidad y el rechazo se vuelven cotidianos y afectan a toda la
familia? Afortunadamente cuando los padres usan estrategias adecuadas,
pueden aprender a manejar el comportamiento del niño difícil y a
comprender mejor la situación. ¿Quieres conocer algunos consejos para
mejorar la relación padres-hijo
“Cuando los padres dicen que no les agradan sus hijos”, comenta James
Lehman, especialista en bienestar social,
“lo que realmente les disgusta de ellos es su comportamiento
inapropiado. Estos padres están frustrados porque están cansados de la
impertinencia constante y de gritar y discutir”.
“Hay períodos concretos en los cuales a los padres no les gusta el
comportamiento de sus hijos debido a la etapa de la vida por la cual
están transitando, como por ejemplo la adolescencia, período donde los
hijos están formando su propia identidad” sostiene Lehman.
“Muchas veces me disgusta el comportamiento desobediente y desafiante
de mi hijo y tengo sentimientos encontrados, pero me tranquilizo porque
a pesar del rechazo momentáneo, sé que le demuestro mi amor a través
del cuidado y de la educación que le doy”, comenta Valeria, 44 años, madre de dos hijos y médica.
algunos niños tienen un comportamiento inflexible y hostil dirigido
hacia personas que representan la autoridad y pueden ser tan poco
cooperativos y desafiantes que quebrantan el funcionamiento de sus
hogares y de sus salones de clases, por no hablar de su propio
aprendizaje y el bienestar en las relaciones.
Los niños y adolescentes que muestran este tipo de inclinación y
comportamiento que persiste por más de seis meses y traspasan los
límites de la mala conducta normal de la infancia, pueden tener
Trastorno de Desafío y Oposición.
Y el especialista las enumera: “La primera es cuando el hijo se
transforma sin proponérselo en un ‘castigo’ a través de protestas e
insultos permanentes y desalienta la conducta específica paterna lo que
impulsa al padre a tratar de alejarse y evitar esas situaciones
desagradables”.
“La segunda se da cuando el hijo despierta emociones desagradables en
los padres que funcionan como ‘castigo’, más allá de si la conducta del
hijo es inadecuada o no. Generalmente las sensaciones despertadas en
los padres son de frustración y enojo o culpa porque piensan que no
están pudiendo educarlo como quisieran, amenazando a veces la autoestima
paterna”.
“La tercera se produce cuando los padres sienten rechazo porque el
desafío de controlar la conducta de su hijo, lleva más tiempo y esfuerzo
de lo que suponían y les priva de otras situaciones placenteras que
preferirían estar realizando”,