Muchas
personas no se dan cuenta de que las células madre adultas juegan un
papel clave en la renovación natural de su cuerpo y son esenciales para
el mantenimiento y reparación de órganos y tejidos a lo largo de su
vida.
Debido a factores
tales como la edad, el estrés, la contaminación y la mala alimentación,
hay una reducción en la liberación y actividad de las células madre
adultas, que pueden conducir a una disminución en la capacidad natural
de su cuerpo para mantener una salud óptima.
Las células madre
forman el centro del sistema de renovación natural del cuerpo. Cuando
las células madre circulan son llamadas por órganos y tejidos que las
necesiten. Emigran a los tejidos, se reproducen y transforman en células
saludables de ese tejido.
La medula ósea,
constituye un importante reservorio de células especiales, capaces de
regenerar cualquier tipo de tejido: Son llamadas células madre adulta y
su poder de transformación las convierten en perfectos componentes de
reposición cuando el organismo no está funcionando de manera óptima.
Son las células
maestras del cuerpo, pueden convertirse en células de cualquier tipo de
tejido. Este proceso se conoce como diferenciación celular.
Tienen el
potencial de regenerar y reparar cualquier órgano de nuestro cuerpo,
reemplazando las células defectuosas. Cuando un órgano está funcionando
de manera deficiente, envía una señal a la medula ósea para que libere
células madre adultas al torrente sanguíneo. Una vez que estas células
han sido liberadas, migran hacia ese órgano y lo reparan. Este es un
proceso natural que nuestro cuerpo lleva a cabo todos los días.
Podemos
decir que las células madres son células que en el organismo no tienen
ningún rol asignado. Estas son células de reserva que están a la espera
de una señal que les diga en qué tipo de célula deben convertirse debido
a que tienen la capacidad de originar muchos tipos diferentes de
células. Este proceso lo conocemos como proceso de diferenciación o
transformación celular. Las células madre están a la espera constante de
recibir cualquier señal del cuerpo para empezar a dividirse lenta,
constante e indefinidamente para originar nuevas células.
Para que una
célula entre en el proceso de transformación en una célula de órgano
concreto, es necesario que reciba una serie de señales químicas que
pongan en marcha dicho proceso. Este consiste en la activación de
determinados genes y en que se produzcan proteínas específicas, lo que
determinará su forma y su comportamiento futuro. Cuando el proceso
termina, las células dejan de dividirse pero se mantendrán como células
especializadas con la capacidad de realizar funciones concretas
dependiendo del lugar del organismo al que se le haya asignado.