SAO PAULO (AP) — El brasileño Pierre Freitaz no podía
creer la devastadora noticia. ¿Cómo era posible que, a los 17 años,
estuviese infectado con el VIH si el único novio que había tenido parecía saludable y en excelentes condiciones físicas?
Freitaz
confiesa que sabía poco sobre el virus cuando recibió el diagnóstico en
2004. No entendía la diferencia entre la infección y la enfermedad que
ocasiona, el sida. Le confundía la falta de síntomas evidentes.
"Era como si viviera en otra parte del mundo, y me sentía inmune", recordó.
Aunque Brasil
ha sido desde hace mucho tiempo un modelo sobre la lucha contra el
sida, activistas y funcionarios advierten que cada vez más jóvenes
comparten el desconocimiento de Freitaz sobre los riesgos del VIH, o no
les preocupan. Incluso a medida que las tasas de infección han empezado a
disminuir en otros lugares, los casos van en aumento en Brasil, con el
mayor incremento en la población de jóvenes entre los 15 y 24 años.
"Las
cifras van en aumento. Es una paradoja, una lástima. Después de todo el
dinero que se gastó en tratamiento y en implementar una política
abarcadora, ahora tenemos estos resultados desastrosos", señaló el
doctor Caio Rosenthal, un especialista del Instituto Emilio Ribas de
Enfermedades Infecciosas en Sao Paulo.
Las estadísticas de la ONU
señalan que el año pasado hubo 44.000 nuevas infecciones en Brasil, un
aumento comparado con las menos de 40.000 en 2005, y un ritmo que supera
la tasa de crecimiento de la población. El Ministerio de Salud nacional
dice que la cantidad de total de infectados por el virus es de casi
800.000 personas, la mitad de los casos en toda América Latina.
En
comparación, en Estados Unidos la tasa de casos nuevos de VIH ha
disminuido un tercio en la última década, según un estudio publicado el
mes pasado por la revista de la Asociación de Médicos de Estados Unidos.
Se calcula que aproximadamente 1,1 millones de estadounidenses están
infectados con el VIH.
Cuando detonó la epidemia mundial del sida
en la década de 1980, las autoridades aquí reaccionaron rápido. Brasil
implementó una abarcadora campaña de educación sexual, y se convirtió en
la primera nación en vías de desarrollo que ofreció tratamiento
antirretroviral gratuito a gran escala. Las muertes disminuyeron, al
igual que los contagios de madres a hijos.
Funcionarios dicen que
el aumento en los casos podría responder, en parte, a que ahora hay
mejores sistemas para detectar el virus. Otros culpan a los grupos
religiosos que se oponen a las campañas de educación sexual, o dicen que
algunos jóvenes creen que el sida ya no es un problema debido a los
avances en su tratamiento.
La dominante iglesia católica brasileña
no favorece el uso de condones, pero la principal oposición a las
campañas de educación sexual es de los cristianos evangélicos, que
aumentaron entre la población de Brasil del 5 al 22% entre 1970 y 2010,
con una creciente influencia política.
El doctor Dirceu Greco, ex
director del Departamento de Enfermedades Sexualmente Transmisibles,
Sida y Hepatitis Viral del Ministerio de Salud, dijo que la oposición de
líderes evangélicos "provocó un importante retroceso" en la política
pública sobre el sida. Otro ex director del programa, el doctor Pedro
Chequer, se quejó que la restricciones han afectado las campañas
dirigidas a las poblaciones más vulnerables, como los gays y las
prostitutas y prostitutos.
"Hubo un revés muy claro. Brasil solía
estar a la vanguardia, pero ahora es como cualquier otro país", dijo
Chequer, considerado como uno de los principales activistas de Brasil en
campañas contra el sida.
Por ejemplo, en los dos últimos años el
gobierno federal ordenó que las escuelas dejen de distribuir historietas
y otros materiales dirigidos a los jóvenes, con historias que fomentan
el uso del condón para evitar el VIH y los embarazos entre adolescentes.
Los
activistas también lamentan que el gobierno eliminó un anuncio de
televisión para fomentar el uso del condón que mostraba a hombres gay
coqueteando en una discoteca mientras hablaban sobre el sexo seguro. Las
autoridades insisten que los anuncios no estaban destinados a ser
transmitidos por las principales cadenas de televisión, sino que estaban
dirigidos a audiencias específicas.
El actual encargado de la
lucha contra el sida en el Ministerio de Salud, Fabio Mesquita, dijo que
las campañas nacionales de televisión, en horario estelar, son cosa del
pasado porque su departamento analiza formas de llegar a poblaciones en
riesgo más jóvenes a través de internet y teléfonos multiuso.
Culpó
el aumento en las infecciones en gran medida a que los jóvenes tienen
una falsa sensación de seguridad, porque no vivieron la etapa más mortal
de la enfermedad. "La nueva generación ya no le teme a nada, todo
estaba bien. Estaban dispuestos a asumir el riesgo de tener relaciones
sexuales sin condón".
El gobierno indicó que ha aumentado la
inversión en campañas de educación y prevención, pero Mesquita señaló
que la lucha contra el VIH tiene que ir más allá de la educación sobre
el sexo seguro. "Tenemos que dejar de pensar en los condones como la
única alternativa para prevenir la infección".
Dijo que una
alternativa es suministrar drogas retrovirales a todos los pacientes
infectados, incluso si todavía no hay señales de que el virus haya
debilitado sus sistemas inmunológicos. Los estudios apuntan a que es 96%
menos probable que las personas con VIH que empiezan a utilizar
medicinas en las primeras etapas infecten a otras.
Brasil analiza
otra medida, llamada profilaxis preventiva, que involucra tomar una
pastilla diaria para proteger a los que no están infectados. El gobierno
de Estados Unidos publicó en mayo directrices sobre el uso de ese
método.
Brasil ya ha sido un líder en el tratamiento del sida. En
ocho años, duplicó la cantidad de pacientes con VIH que atiende a más de
350.000, con un costo de más de 420 millones de dólares anuales.
De todas formas, muchos dicen que las campañas educativas son esenciales.
"Tenemos
que empezar a hablar sobre cómo conseguimos que el tema vuelva a las
escuelas, y convencer a los evangélicos para que se unan y que todos
seamos más abiertos sobre el problema", dijo Beto de Jesus, coordinador
de un proyecto que realizaba pruebas entre gays y travestis en
laboratorios móviles en varias ciudades brasileñas.
Freitaz, quien
ha vivido con VIH durante una década, es voluntario en el Grupo
Incentiva la Vida de Sao Paulo, en el que uno de cada seis hombres gays
tiene VIH. La organización fomenta las pruebas de VIH para que los
portadores del virus reciban tratamiento y eviten infectar a otros.
Freitaz dice que usualmente conoce a hombres jóvenes a quienes ya no les
preocupa el VIH y el sida.
"Creen que la medicina es tan sencilla como una aspirina", señaló. "No tienen idea".