jueves, 11 de abril de 2013

Enfermedades crónicas en la mujer

Según la Organización Mundial de la Salud, el perfil de la morbilidad evoluciona con rapidez en todo el mundo, sobre todo en países de ingresos bajos y medianos donde las enfermedades crónicas son una carga adicional, sumada a la que representan las enfermedades infecciosas.
Ni siquiera los países menos adelantados están a salvo de la creciente epidemia de cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, cáncer y otras enfermedades crónicas. Contrariamente a lo que suele creerse, estas enfermedades no sólo afectan a los varones de los países de ingresos elevados, pues en realidad el 80% de las muertes provocadas por dichas enfermedades se producen actualmente en países de ingresos bajos y medianos, donde afectan a hombres y mujeres casi en la misma proporción.
Las enfermedades crónicas se pueden prevenir y controlar a través de cambios en el estilo de vida, políticas públicas e intervenciones de salud. No fumar, tener un índice de masa corporal inferior a 30, llevar una dieta rica en frutas y verduras, y realizar ejercicio tres horas y media a la semana como mínimo, son las cuatro claves para llevar un estilo de vida saludable y reducir en lo posible, la aparición de enfermedades de cualquier tipo. O al menos es lo que asegura un grupo de investigadores que se ha dedicado a estudiar varios años la evolución de un grupo de pacientes de entre 35 y 65 años. Además, las mujeres pueden prevenir estas enfermedades con sencillas acciones como:
• Hacerse tamizaje y autoexámenes para la detección temprana del cáncer. Por ejemplo, autoexamen de mama.
• Hacerse la citología cada año.
• Evitar la exposición al sol para prevenir cáncer de piel.
• Seguir las pautas de asesoramiento y farmacoterapia de las personas aquejadas de enfermedades cardiovasculares o con alto riesgo de padecerlas.
• Vacunarse. Por ejemplo, la vacuna contra la hepatitis B previene el cáncer hepático.
• Comprender lo que desencadena la enfermedad y evitarlo.
• Usar correctamente equipos médicos, tales como, el medidor de glucosa para la prueba de diabetes o un inhalador para el asma.
• Hacerse pruebas con regularidad.
• Comer los tipos y cantidades de alimentos que nos dan la mejor oportunidad de evitar el desencadenamiento de la enfermedad.
• Descansar lo suficiente para ayudar al cuerpo a luchar contra la enfermedad.
• Saber qué hacer en caso de emergencia cuando la enfermedad esté fuera de control