domingo, 20 de enero de 2013

¿Qué detona la infidelidad?


 Durante los últimos 50 años hemos visto cambios en la estructura de la pareja. Sin embargo, la fidelidad sigue siendo uno de sus fundamentos y la infidelidad, una de las causas más frecuentes de ruptura. Hace poco escuché que tener una aventura es una forma inconsciente de resolver un problema que no sabemos o no podemos nombrar, tal vez porque es una situación tan compleja o dolorosa que es difícil enfrentarla directamente. El concepto no me pareció nada descabellado, así que me puse a investigar cómo es que una infidelidad puede estar reflejando problemas más profundos que el "ir a buscar afuera lo que no se tiene en casa". Cada uno de ellos encubre una situación más compleja que si se identifica a tiempo, puede evitar una herida o una ruptura innecesaria.
1. Salida forzada. Es bastante común y su objetivo es forzar al que no es infiel a terminar la relación. La infidelidad ocurre cuando ya no hay mucho qué hacer por la pareja pues la comunicación se rompió tiempo atrás. Para el que es infiel, la aventura funciona como un paliativo al dolor de la separación. Para el que no lo es, descubrir que su pareja tiene una aventura es tan doloroso que significa una separación, sin embargo, la decisión de separarse la tomó el otro desde que decidió ser infiel. Si el infiel accede a ir a terapia, lo hace con la esperanza de que el terapeuta cure las heridas de su pareja, de manera que pueda salir de la relación más fácilmente.
2. Fobia al conflicto. Ninguno de los miembros de la pareja quiere discutir o ventilar sus diferencias para trabajarlas juntos. Debido a que guardan una parte de sus problemas, la intimidad decrece, la relación se vuelve rutinaria y no hay diálogo. Aunque comienzan a sentirse solos, el miedo a la confrontación es mayor. Paradójicamente, para salvar el matrimonio prefieren buscar intimidad en otra parte pero son un poco descuidados, como si quisieran ser descubiertos y así forzar la confrontación. Si ambos se hacen cargo de su responsabilidad, es muy probable que encuentren la manera de reconstruir la pareja y seguir juntos.
3. Falta de sexo. Cuando uno de los dos es adicto al sexo, sus necesidades individuales son más importantes que cualquier asunto de la pareja. En consecuencia, las posibilidades de trabajarlo juntos serán más limitadas. La pareja de un adicto al sexo deja pasar (consciente o inconscientemente) las aventuras debido a que existe un lazo de codependencia (“no puedo vivir sin ti”) o bien, porque la imagen que como pareja tienen ante los demás le resulta muy importante. Las posibilidades de reconstruir la pareja dependen en la paciencia o la tolerancia de uno y la voluntad del otro para tratar su adicción.
 Tener la familia y la pareja perfecta; se puede estar enamorado de esa idea y también tener un amante. Quienes están demasiado preocupados en construirse como esposo(a) y padre o madre de familia, a veces olvidan afincar sus sentimientos con la pareja correcta desde el inicio. Su pareja es alguien a la que sienten que “deben” amar, no a quien realmente aman. Después de varios años de tratar de mantener esta relación, seguramente vendrá alguien que les mueva el suelo y los deslumbre. El problema no es que se enfrenten a ese amor sino que siguen casados con esa idea perfecta de sí mismos. (Como no hay poder humano que los mueva de ahí, usualmente aparece la amante que llama a la esposa para intentar cambiar las cosas.) Es poco probable que se recupere la pareja, a menos que haya un cambio de paradigma.