Asimismo, es importante distinguir cuándo se tienen síntomas de ansiedad y cuándo se padece un trastorno. Por ejemplo, es normal presentar un estado de excitación cuando se va a realizar una actividad determinada, como hablar en público, pero eso no requiere tratamiento.
Hay fármacos rápidos (como las benzodiacepinas) y otros más lentos pero que han demostrado más eficacia (los llamados antidepresivos). Según el experto del Clínic de Barcelona, el tratamiento óptimo es el antidepresivo (aunque el paciente no tenga depresión) y la palabra. Y es que “a menudo es mucho mejor dar más explicaciones y escuchar al paciente. En este sentido, la combinación de fármacos y la terapia conductivo-conductual ha dado muy buenos resultados”. La duración del tratamiento nunca debería ser menor de un año.
Aprende a diferenciarla: Ansiedad normal: Leve y efímera. Es adaptativa. El peligro es real. No tiene síntomas en el cuerpo. Emoción psíquica reactiva. No merma la libertad personal.
Ansiedad patológica: Más profunda y persistente. Deteriora psicosocial y físicamente. El peligro no es real. Provoca síntomas somáticos. Sentimiento vital. Reduce la libertad personal.