lunes, 4 de noviembre de 2013

La autoridad de los padres para con los hijos

En este período de desarrollo resulta fundamental e imprescindible la autoridad para lograr el equilibrio afectivo. Si no hay límites, las criaturas están perdidas en este amplio mundo de posibilidades y estímulos. Las normas dan seguridad, siempre que sean precisas, estables y no cohíban demasiado el campo de acción. Las hijas aceptarán las normas mucho más fácilmente y sin oposición si se les presentan de forma clara, segura y constructiva, insistiendo más en lo permitido que en lo prohibido.
Los padres y la autoridad. La autoridad no aparece como un derecho de los padres sobre los hijos, sino como una condición necesaria para el correcto desarrollo de éstos.
La autoridad es útil a la criatura en la medida que le da estabilidad y seguridad, al satisfacer sus primeras necesidades biológicas y ayudarla a organizar su vida práctica. Además le ofrece la imagen de padres firmes y fuertes, es decir, modelos que motivan más a los hijos que unos padres claramente débiles.
No resulta nada fácil para los padres, durante las etapas de crecimiento físico y emocional de sus hijos e hijas, saber mantener la calma y la autoridad ante la enorme resistencia que ofrecen las criaturas y que, a su vez, están poniendo a prueba la paciencia de los adultos.
Hace falta saber adaptarse a las actividades y al ritmo del niño para crear un clima de seguridad. De lo contrario, se puede provocar un estado de tensión capaz de conducir a la criatura a sentimientos de culpa. De modo que los padres deben adoptar estrategias concretas en cada caso, tanto si se trata de una criatura rápida o lenta en su aprendizaje.
Para una niña o un niño, todo cambio es novedad y con cada novedad reacciona de manera muy distinta. Los padres deben estar atentos para adaptarse a cada nueva situación.

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