lunes, 27 de junio de 2011

Origen y evolución de la homeopatía

Los fundamentos de la homeopatía nacieron en el siglo XVIII, en el contexto de la medicina modernista. Médicos e investigadores como el Dr. Stoerck experimentaron con las substancias medicinales y la posibilidad de aplicarlas en dosis mínimas. De este modo se constató que su capacidad  terapéutica estaba relacionada con su poder tóxico de dosis elevadas. Se trataba de administrar a los enfermos una dosis muy pequeña de una sustancia capaz de producir los mismos trastornos a una persona sana.

En 1796 el Dr. Hahnermann, influido por estos trabajos y otros sobre la vacuna o la quinina para la malaria, publicó en una prestigiosa revista médica una sistematización de estos principios, que años después se denominó "Homeopattía" (homeos=similar, porqué existe similitud entre las capacidades tóxicas y terapéuticas de los medicamentos).  

Principio de similitud

Las substancias terapéuticas se clasifican en función de sus efectos en un ser humano sano. Lo importante es escoger la substancia que comporta los síntomas más cercanos posibles a aquellos que sufre la persona en cuestión. Con una dosis homeopática, este producto estimula las reacciones de las defensas naturales del enfermo.

Principio de correlación

A cada “terreno” le corresponde una forma particular de reaccionar respecto al entorno y las agresiones. Esta noción de sensibilidad individual tiene dos consecuencias prácticas: por un lado, una persona siempre tendrá tendencia a sufrir el mismo tipo de afecciones; por el otro, una substancia homeopática comporta efectos distintos según los terrenos.
Hahnemann identificó cuatro grandes terrenos, a los cuales corresponden distintas patología: tuberculosis, psora, sífilis y psicosis. Para un homeópata, un tratamiento no se concibe sin haber determinado antes el terreno del enfermo. Para ello, le examina y estudia los antecedentes personales y familiares, gustos y manías, costumbres, las reacciones al frío, al calor…
Esto implica que una primera consulta no puede durar menos de una hora.

Dilución y dinamización

Una vez el terreno del paciente y los síntomas ya estén diagnosticados entra en juego la prescripción. Más de mil medicamentos homeopáticos se comercializan y sus efectos se recomiendan según los experimentos realizados sobre una persona sana por Hahnemman y sus sucesores. Los medicamentos homeopáticos se preparan según la técnica de altas diluciones: una parte de la substancia activa se diluye en 99 partes de agua (dilución centesimal); una parte de la solución obtenida vuelve a diluirse en 99 partes de agua y así seguidamente hasta conseguir la dilución deseada.
Después de cada etapa de dilución, el frasco se agita (dinamización) al menos cien veces para “dinamizar” la solución, para evitar que el principio activo se adhiera a las paredes.
La dilución se escoge en función de los signos observados y el tratamiento se modifica según la evolución de los síntomas. Después del tratamiento de la enfermedad, el homeópata siempre será propenso a tratar el terreno para modificar el temperamento o carácter de la persona, lo cual le permitirá resistir a las enfermedades. La cura, pues, es generalmente larga y personalizada. No existe ningún tratamiento homeopático estándar. Sin embargo, la homeopatía no deja nada a la intuición. Al contrario, responde a reglas fijas, extremadamente antiguas y rígidas.

Dra. C. Guéniot

Más información: La homeopatía en España Homeopatía: ¿eficacia probada? Foro Bienestar acidad terapéutica estaba relacionada con su poder tóxico a dosis elevadas.

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